En las próximas elecciones de mayo, según parece en las encuestas, desaparecerá por fin la actual mayoría absoluta y absolutista de nuestro Ayuntamiento y Comunidad.
Con ello, y tal como defiende siempre la candidata a presidenta de la Generalitat Valenciana Mónica Oltra, se abre la vía para que los plenos municipales y las cortes representen lo que verdaderamente deben de representar, un espacio de debate y de legislación, donde todas las sensibilidades, mayorías y minorías esté representadas para tomar decisiones que nos afectan a todas y todos.
Tras la próximas elecciones, y espero que por muchos años, se separará realmente el poder legislativo (ayuntamientos o cortes) del poder ejecutivo (gobiernos), volviendo a momentos donde será necesario el diálogo y el ponerse en el punto de vista del resto de grupos políticos para llegar a consensos y soluciones por el bien de la mayoría y nunca en contra de nadie.
Las mayorías absolutas han representado durante estos 36 años de democracia, el absoluto desprecio a las minorías y, por ende, de la decisión y necesidades de los ciudadanos y ciudadanas que no han votado la opción mayoritaria y eso provoca un alejamiento de la clase política de la vida real y una sensación de impunidad y poder completamente deleznable.
La políticas y sus decisiones, como en toda parte de la vida, no es blanca o negra, hay muchos matices intermedios, los cuales se encuentran gracias a los debates y la cesión de las partes de dogmas absolutos por el bien de las personas que forman parte de lugar que gobiernan. Ésto no debemos olvidarlo nunca, pues nos debemos a las personas que nos han votado y también a las que no lo han hecho, y por ello, la llegada a acuerdos mayoritarios con un amplio apoyo ciudadano debe ser fundamental en cualquier acción legislativa.
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