martes, 19 de junio de 2012

Incentivos a la economía.

En una economía socialdemócrata, o socialliberal, como viene siendo la nuestra, el estado tiene la facultad de mover el dinero público, público significa pagado por todos, para generar actividad y ayudar a generar empleo, bienes sociales y tranquilidad.

Para ello lo puede hacer de varias formas,
  • Mediante empleo público y servicios públicos, como la sanidad, la educación, los servicios sociales, etc.
  • A través de inversión pública, en infraestructuras, en I+D+I, universidades.
  • Por medio de subvenciones a fondo perdido para incentivar actividades, productivas o no, como las que se aplican a la minería, a algunas empresas de ahorro energético o energías renovables domésticas, a los servicios sociales gestionados por ONG's.
  • Por último con subvenciones directas al consumo a personas, como por ejemplo con las ayudas al alquiler, las deducciones de viviendas, las subvenciones a instalaciones de ahorro energético o energías renovables.
Para poder financiar todo esto se cuanta con los ingresos del estado por medio del IRPF, impuestos de sociedades, impuestos al capital, impuestos especiales e impuestos indirectos como el IVA.
La sanidad y la prestación social por desempleo además se financia con las cotizaciones sociales, que son impuestos directos a la nómina de los trabajadores.
Otra medida para incentivar ciertas actividades productivas o contratación de determinados grupos de personas es la deducción de impuestos, normalmente de cotizaciones sociales y de sociedades.

Todas los medios de incentivar pueden ser buenos, aplicados en su justa medida, pero con las subvenciones  a fondo perdido hay que tener mucho cuidado, ya que son fuente de fraudes de diversos tipos y, además, son como la heroína, en el momento en que se quitan producen un síndrome de abstinencia que puede provocar muchas barbaridades. 

Hay que superar este sistema, creando uno más honesto y más amable al ciudadano, donde no se tenga la sensación de ser robado y de que si eres rico ya lo tienes todo hecho, pudiendo delinquir impunemente.

En mi opinión las subvenciones a actividades productivas prácticamente no deberían de existir, salvo en tecnologías emergentes y durante un número limitado de años, marcado desde que se instaura la ayuda.
Las subvenciones para servicios sociales deberían fiscalizarse mucho más, ya que todos conocemos casos de asociaciones a la caza de ayudas, creando proyectos falsos, o que no tienen demanda o no se aplican.

Para incentivar la economía productiva aplicaría más deducciones de impuestos a las empresas, en determinados sectores o con un determinado perfil de trabajadores, poco cualificados, mayores, con riesgo de exclusión social.

Como es importante no vivir a crédito para ser libres, todo tiene que estar financiado por nuestros impuestos, por lo que habría que mantener la progresividad y, por lo menos, gravar más el capital y las posesiones, también de manera proporcional, porque muchas empresas pagan a sus altos directivos con acciones y ahorro en lugar de con nómina, evadiendo de esa manera impuestos de manera fácil y legal. De hecho, si tuviera responsabilidades de gobierno, prohibiría el pago mediante capital, stocks-options, o cualquier medio de estos, ya que esto no permite su cotización a la seguridad social (de esto hablaré próximamente).

Todos tenemos que contribuir a mantener un nivel de vida digno, y cada uno, según sus ingresos tiene sus posibilidades.

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